El Lobbying es
una acción de comunicación estratégica que de manera metódica se aplica para
informar a personas o instituciones —gubernamentales o no— argumentos
relacionados con nuestros intereses, para que estos sirvan de sustento, peso y presión,
en las decisiones que se tomen, beneficiándonos positivamente. Hay Lobbying o cabildeo, cuando uno o varios representantes de una industria o sector se reúnen con legisladores para intentar que regulen a favor de sus intereses.
Esos lobbies tienen
dos caras. Por un lado, una pública y transparente encarnados en aquellos
grupos que gestionan su poder de influencia desde las grandes capitales del
poder, sobre todo Washington o Bruselas; y por el otro, una faceta oculta,
generalmente inaccesible al público, desde la que intentan ganar voluntades de
una manera más oscura (Saavedra, 2012).
En el
ámbito empresarial, el lobbying es una estrategia que
fortalece a las empresas en sus relaciones con el gobierno, es un medio ideal
para impulsar alianzas, una opción para fomentar el crecimiento de estas, a
través del Crowd-Lobbying.
Esta
disciplina se sustenta en la gestión, la comunicación, la
influencia, la presión y el poder, como
pilares para conseguir resultados, por lo que se le considera una actividad que
promueve un acto de respaldo hacia un fin específico, con el objetivo de ganar
simpatizantes e inclinar las decisiones a favor de quien la promueve.
Como
estrategia de comunicación, soporta su naturaleza en una política de Relaciones
Públicas, cultivando contactos, relaciones y acercamientos con los poderes del
Estado, con la intención de conseguir que las decisiones y medidas que se
establezcan, no sean contrarias a los intereses empresariales.
Es una
fuente de información para las Autoridades Públicas, recurre a
la comunicación como canal de interacción con la autoridad para influir en las
decisiones públicas. Por ello, a la hora de exponer el asunto a tratar,
la campaña de lobbying deberá ser prolífera en la forma y
manera de presentarlo, socializarlo, defenderlo y argumentarlo, haciéndolo de
conocimiento público, y en consenso buscar solución.
En
cuanto a su naturaleza, el lobbying es una disciplina de corte
social, político y comunicativo, a su vez, para su aplicación y desempeño, se
apoya en muchas ciencias, tales como la Economía, la Estadística, la
Sociología, el Derecho, la Diplomacia y toda aquella, que sirva de soporte para
clarificar un tema o asunto público, de alto impacto y que requiere de un
tratamiento y solución, en beneficio de las necesidades, el derecho o los
intereses de un grupo social, étnico, empresarial, económico, religioso o
político.
En su
artículo de Cabildeo, publicado en Apuntes de Didáctica y Proyectos, Lizeth
Orellana (2012) describe el lobbying como un ejercicio democrático
con las siguientes funciones:
1. Proponer soluciones a
problemas sociales, políticos y económicos
De
manera propositiva, pasa de la queja o denuncia, a la solución. Junto al debate
promueve alternativas de solución, lo que hace del lobbying un instrumento
preventivo.
2. Fortalecer el poder
de las organizaciones de la Sociedad Civil
Permite
la construcción de la cultura de participación ciudadana, contribuye al impulso
de las organizaciones sociales y civiles, aumentando su nivel de convocatoria,
lo que les permite influir sobre los principales actores que toman las
decisiones.
3. Promover la
participación democrática de los ciudadanos
Como
instrumento de presión, el lobbying promueve la inclusión, participación y
solidaridad de los ciudadanos, genera consenso y soluciones, de ahí, el
concepto de Lobbycracia.
4. Buscar la solidaridad
entre los ciudadanos
Un
tema de lobby con un fuerte arraigo cultural, es capaz de unir a los
ciudadanos, a toda una nación que se solidariza con la causa expuesta, ejemplo
de ello, es el de la prohibición de las corridas de toros.
Agrega
que:
El
cabildeo es un medio que también utilizan las empresas para aportar a las
autoridades información que sustente sus decisiones. Se basa en una metodología
consistente en tres (3) etapas:
- Recopilación y sistematización de
la información, inicia con la definición del problema, establecimiento
de objetivos; por ejemplo, derogar una norma, promover o modificar, una
iniciativa que beneficie a una comunidad o sector de la industria.
- Búsqueda y establecimiento de
alianzas, todo esfuerzo mancomunado debe generar sinergia, si hay
coincidencia de criterios, los simpatizantes se sumarán por afinidad a la
causa defendida, lo que genera apoyo y acompañamiento.
- Diseño y divulgación de una campaña de comunicación, necesaria para la difusión y comunicación de los argumentos que sustentan la causa defendida, con lo que se busca generar opinión pública, se socializa el problema o situación, para sensibilizar a todo aquel que le atañe el tema, haciéndolo mediático.
Por
otra parte, su práctica debe ser transparente, legal, ética y profesional, no
es profesionalización del amiguismo, trabajo al margen de la ley, ni
negociaciones a espaldas del cliente (Santillán, 2013).
El lobbying no
tiene por que ser un ejercicio contrario a la ética, ya que esta disciplina
hace de él, una actividad profesional, cuya gestión —regulada bajo un código de
conducta y transparencia— es necesaria para la sociedad y la democracia. Por su
dimensión y función, contribuye a una comprensión y coexistencia entre el
interés general y el interés particular.
Un lobbying bien
hecho, enriquece el debate, eleva el nivel legislativo, sugiere y aporta
soluciones. Es un lobbying proactivo que, con ideas,
iniciativas, precisiones y argumentos, facilita el trabajo de los
legisladores y la toma de decisiones, por lo que ante los ojos de la ciudadanía
es bien visto y aceptado, siendo un lobbying positivo.