martes, 5 de junio de 2018

Lobbying: Los hilos detrás del poder

El concepto de Lobbying está asociado al poder, la presión, la influencia y los intereses. Su misión es la de persuadir y ejercer presión en las personas que toman decisiones, a favor de un determinado interés.

De acuerdo con Luis Miguel Uharte Pozas, el término lobby proviene del inglés y puede traducirse como “vestíbulo” o “pasillo”, en referencia a los antiguos vestíbulos o pasillos del Parlamento u otras instituciones del poder político, donde representantes o intermediarios de grupos poderosos ejercen presión e influencia a las autoridades públicas para que estas tomen decisiones políticas en función de los intereses de dichos grupos. El “hacer pasillo” se ha convertido hoy día en un fenómeno de enorme trascendencia, con el que los lobbies, fundamentalmente vinculados a las grandes empresas, ejercen una influencia creciente en los centros de poder político más importantes del mundo.

Para quienes se escudan en el poder y el tráfico de influencias para su beneficio personal, el lobbying es un hilo de oro que solo se rompe con la transparencia. De ahí, que en Colombia, los congresistas hayan rechazado en múltiples ocasiones, aprobar una ley que lo regule como actividad legítima, basada en un código de ética.

Recientemente países como Chile, Perú y España, han tomado cartas en el asunto, para hacer del lobbying como ejercicio de presión, una disciplina lícita, con lo que se busca que los lobbies, dejen de ser vistos como el oscuro poder de los grupos de influencia.  

Los lobbies pueden ser positivos, pero lo importante es que actúen con transparencia, algo que no ocurre en nuestro país, de ahí que en la prensa, encontremos en alusión a su lado oscuro, titulares como:

“Los hilos del poder se están moviendo para que no se logre el principio de oportunidad”. Gustavo Moreno en alusión a su extradición por el caso cartel de la toga. Ejemplo palpable de lo que el lobbying en su lado oscuro puede lograr. Es simple, quienes tienen el poder, hacen uso de él, basado en la presión, moviendo los hilos a su favor, tejiendo decisiones que beneficien sus intereses y el de sus aliados.

Otro ejemplo, en el que los hilos del poder se mueven a favor de ciertos intereses, y en los que el lobbying empresarial influye, es el de las bebidas azucaradas. “Cada vez que llega a plenaria el proyecto de ley para informar el contenido de azúcar en los alimentos, aparecen los lobbistas para impedirlo. Apoyaré este proyecto para prevenir que los niños colombianos se sigan enfermando por consumir productos con alto contenido de azúcar” Inti Asprilla, Representante a la Cámara, Partido Alianza Verde (Colombia).

Así mismo, podemos traer a colación el caso del proyecto de ley para regular el uso del asbesto en el país, el cual ha dado la batalla en el Congreso durante doce (12) años, sin que se haya logrado su aprobación, en honor a Ana Cecilia Niño, víctima de enfermedad por el citado mineral y quien muriera esperando su aprobación. A pesar de las evidencias médicas, Colombia todavía no prohíbe ni la fabricación, ni el uso del asbesto que sí está vetado en 54 países, es de anotar que en ocho (8) ocasiones se ha intentado legislar al respecto, sin resultados positivos, ya que el lobby de Ascolfibras  no lo ha permitido, de ahí que los defensores de la salud y la vida en Colombia, expresen su malestar con este gremio, y que en la prensa encontremos un titular como este:

“Proyecto de Ley para prohibir el asbesto en Colombia en riesgo por Lobby de Ascolfibras en el senado”.

Evidentemente, en casos como los anteriores, la miopía del lobbying queda al descubierto, su poder no diferencia, priman los intereses empresariales, las agujas del poder hilvanan hilos que dilatan y aplazan decisiones a su favor, lo que aprovechan los lobbistas para persuadir y convencer a los senadores de no darle curso a un determinado proyecto, por considerarlo lesivo a los intereses de sus representados, logrando incluso,  aplazar debates y hasta archivar iniciativas de carácter colectivo, las cuales terminan sucumbiendo ante la presión de los intereses particulares.

No obstante, a pesar del empleo de maniobras y propuestas indecentes, que no hacen parte de las buenas prácticas de la actividad, el lobby como instrumento de comunicación, propicia el entendimiento, revelando los verdaderos intereses que hay detrás de su gestión, lo que permite que éstos sean atendidos a la hora de elaborar nuevas normas que regulen los sectores a los que pertenecen, dichos lobbies (Hernández, 2017).

Así las cosas, para dejar de ser visto como el poder en la sombra, la consigna de los lobbies deberá ajustarse en: “cumplir las reglas y operar con transparencia, a partir de estos principios fundamentales, su trabajo puede revertir de forma positiva también para la sociedad”.



Referencias: